Ni que decir tiene que las masías forman parte de la historia de Cataluña, que arraigadas en la geografía de nuestro país eran el centro de la vida rural y familiar de la edad media. La vida del payés se desarrollaba alrededor de la masía, que era centro de producción agrícola y ganadero.
Ante esta afirmación genérica, podríamos añadir que Can Baqué fue el centro de vida de nuestro municipio, es el único testimonio arquitectónico que con sus 700 años de historia nos recuerda a nuestros orígenes.
Abrir las puertas de Can Baqué nos invita a realizar un viaje en la historia que nos lleva desde la Baronía de San Cebrià de Cabanyes, que englobaba lo que ahora son La Llagosta, San Fost de Campsentelles y Santa Perpètua, hasta la fecha. Nos descubre la vida rural de la mano de la familia Jover (primeros propietarios que se conocen de la masía) y nos lleva a conocer la figura de los masoveros, con la familia Baqué, que fueron masoveros de la masía durante el siglo XIV, y que acabaron comprando varias tierras de esta masía.
A pesar del paso del tiempo, la masía no es ajena a la magia de los recuerdos transmitidos por tradición oral, aquellos recuerdos que se convierten en pequeñas fábulas, algunas sobre bandoleros, paseos en barca por la riera de Caldes, abejas o demonios, que no siempre son ciertas pero que seguro dejarían embobada a los niños a la vez que conocen la historia de nuestro municipio.
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